lunes, 26 de octubre de 2009

Operación pánico diestro


Operación Pánico Diestro
No hay peor fascista que
un burgués asustado.[1]

Seneca solía decir que nadie se aterra sin perder un poco de su buen sentido[2]. Ello fue comprendido durante la primera mitad del siglo veinte por los psicólogos sociales que conformaron los instrumentos de la guerra de nervios o guerra psicológica[3]. Esta última consiste en un plan de acciones psicológicas bien meditadas, dirigidas a influir en las emociones, actitudes y conducta de grupos enemigos, neutrales o amigos, de modo que favorezcan determinados intereses. Cuando se trata de enemigos, las operaciones están destinadas a suscitar en él un clima mental, una atmósfera, consciente o inconsciente, de prederrota, de inevitable fracaso de todos sus propósitos. Se trata, en concreto, de desmoralizar al enemigo. A ello se llega mediante la generación en él, o en los adversarios, de un clima mental, una serie de senti­mientos que, conduciéndolos por las sucesivas etapas del miedo, del pánico, de la desorientación, del pesimismo, de la tristeza, del desaliento, etc., los lleve a la derrota. Para poder realizar las operaciones psicológicas es necesario valerse de todos, absolutamente todos, los me­dios técnicos de la difusión –prensa, radio, cine, comunicaciones, televisión, etc. –. [4] En la actualidad, la existencia del monopolio mediático[5], brazo fundamental del capital transnacional (que gobierna el mundo detrás del trono[6]), nos coloca en la lamentable situación de padecer de manera permanente dichas operaciones siendo un imperativo conocer su funcionamiento para así defendernos de él.
Como se explicara supra, el miedo constituye un factor de descompensación psicológica y es un estado psíquico reflejo, establecido inconscientemente, incontrolable, que paraliza las actividades y detiene asimismo toda defensa. Se produce cuando el instinto de conservación se ve acosado por un hecho exterior que amenaza la integridad física o moral del individuo. El que tiene miedo, ya se sabe, pierde toda posibilidad de defenderse. Este estado psíquico del miedo atraviesa por distintas etapas ascendentes: la prudencia, la cautela, la alarma, el temor controlable, la ansiedad, que puede hacerse angustiosa y hasta desesperada, el pánico y, finalmente, el terror[7]. En los estadios más graves del estado psíquico del miedo, encontramos el pánico, que tiene lugar cuando el hombre no divisa ni vislumbra en detalle el objeto temible y manifiesta una ansiedad angustiosa o se manifiesta a través de la angustia cuando lo presiente o avista, o de desesperación ante su proximidad y se pone en evidencia cuando el hombre pierde completamente el control. La palabra pánico proviene de la mitología griega, en la cual Pan era el dios de la naturaleza, vivía en el campo controlando ríos, bosques, manantiales y animales de pastoreo. Era bajito, con piernas de cabra y tremendamente feo. Dormía la siesta y cuando un viajero interrumpía su actividad, Pan irrumpía en el camino con un alarido que congelaba la sangre y que se decía que provocaba piloerección. Su chillido era tan intenso que había provocado la muerte a varios transeúntes. Pan en griego significa “todo”. Por la relación con lo descripto, el violento e inesperado miedo generalizado fue denominado “pánico”. Los estudiosos de la psicología explican que los mitos constituían el medio a través del cual los griegos explicaban los complejos psíquicos de los humanos. Enseñan también que la mayoría de nuestros temores irreales tienen sus raíces en la infancia. El ruido es entonces un factor que intimida, asusta, petrifica y el chirrido de Pan no es otra cosa que la explicación de nuestro temor a aquél. El ruido siempre ha atemorizado desproporcionadamente al hombre. Los niños en la cuna tienen miedo del ruido. Se sobresaltan del ruido de la tapa de una tetera, un sonido grato a los oídos de un adulto sediento. El público civilizado que concurre al cine siente que se le pone la piel de gallina ante un ruido sorpresivo. El ruido de una bomba de estruendo que explota acelera los latidos de nuestro corazón aunque la razón nos diga que la bomba no es para nosotros ni puede causarnos daño[8]. El término “ruido” proviene del latín rugitus, rugido, que en el latín vulgar tomó el sentido de estruendo[9]. De la misma raíz procede el término rumor, que significa “ruido”, “rumor”. Una de las técnicas especiales de las operaciones psicológicas lo constituye este último. El rumor es un ruido intimidatorio que consiste en un informe específico sobre un asunto que interesa a mucha gente, de autenticidad dudosa y origen no comprobable que pasa de persona a persona, generalmente por vía oral. Es función de la importancia del asunto multiplicada por la ambigüedad de noticias en ese momento y la falta de hechos concretos. Se extienden impulsados por el miedo y su iniciación tiene origen en agentes enemigos, hoy dueños del monopolio mediático. La noticia constituye un recurso distinto de la guerra psicológica, pero el monopolio actual y su falta de seriedad han convertido al rumor en noticia. Valga como ejemplo de ello las notas publicadas sin firmar[10], la exagerada utilización del recurso del “off the record” y las fuentes no citadas. El hombre es por naturaleza un soñador y cuando las cosas marchan mal piensa en la catástrofe[11].
El mundo actual y la operación pánico diestro
Cuando en la segunda mitad del año pasado se desató la crisis financiera internacional, muchos pensaron que el neoliberalismo, con sus ingentes injusticias y saqueos, había llegado a su fin. Los presidentes de los países que habían apoyado sin cortapisas dicho latrocinio en razón de beneficiarse con él, entre ellos Francia, Alemania, EE.UU., se pronunciaban a favor de la intervención del Estado en la economía, postura que puede considerarse de izquierda y profundamente antagónica con la sustentada y difundida a través del más que derecho consenso de Washington. Sin embargo, a poco de andar, el capital transnacional y los países nombrados, no sólo no han apoyado dicha intervención sino que, cuando la han llevado adelante, ha sido para socializar las pérdidas. Véase sino el caso de EE.UU. y el Citibank. Claro está que existen quienes sostienen que dicho poder no sólo intentará mantener el status quo sino que intentará agravarlo conduciéndonos hacia un gobierno mundial[12]. Sea cual fuere el escenario, lo cierto es que dicho poder generará infinidad de operaciones psicológicas a través del poder mediático valiéndose del miedo como vector de conducción de conductas. Enrique Lacolla lo expone claramente de la siguiente manera: “El miedo se ha convertido en el invitado de todos los días en los medios de comunicación. Y cada vez abarca a círculos más amplios de gente. Los elementos que producen el caos existen, desde luego. Pero en la maraña informativa que lo ilustra que enfatiza son consecuencias y no las causas que lo producen. Los coches bomba, los terroristas suicidas, el desempleo que crece y alcanza ya a las naciones industrializadas, la inseguridad, la droga, el desorden económico y las plagas que no cesan de aflorar de un tiempo a esta parte a lo largo y a lo ancho del planeta –el sida, la gripe aviar, la gripe porcina, el calentamiento global-, son vectores de miedo a gran escala. Frente a esta avalancha de informaciones nefastas, ¿no llegará el momento en que la opinión mayoritaria, poco predispuesta al análisis circunstanciado de los problemas, reclame un solo gobierno mundial para oponerse al caos general que se instala en el planeta? El fomento de la ansiedad y la incertidumbre puede ser el expediente maestro para lograr ese punto de ruptura psicológica.”[13] Ello así en razón de que, por una parte, y como ya se ha explicado, ante el miedo la persona se aísla, se recluye, se vuelve más vulnerable y ello se traduce en una desconfianza recíproca co­lectiva que des-une. Como lo saben muy bien los niños, es menos probable que nos sintamos atemorizados cuando estamos en buena compañía. Por otra parte, ante el miedo y obligado a elegir entre mantener el status quo y propiciar el cambio, el ser humano prefiere siempre el primero. El cambio es algo muy perturbador para el animal humano aun cuando sea beneficioso. Dado que el mundo está y ha estado siempre plagado de inseguridades y amenazas, el hombre se aferra a los rostros de lo conocido y crea hábitos y rituales que lo tornan más confortable. El instrumento desde el cual se impulsarán dichas operaciones será claramente el mediático. Como bien señala Alberto Lapolla, en un reciente artículo, el capital transnacional mantiene incólume su poder en los medios masivos de difusión. Nos dice que “en el mundo actual, donde el modelo neoliberal ha colapsado, las cadenas multinacionales multimediáticas son el principal reservorio de la restauración neoliberal y fascista contra el avance de los pueblos”[14]. Siendo así, y manteniendo el capital transnacional dicho poder, es necesario comprender su modo de operar para sostener el status quo y así poder combatirlo eficientemente.
La Argentina y la operación pánico diestro
Los argentinos debimos soportar, durante los meses recientes, operaciones psicológicas desarrolladas por el monopolio mediático con el miedo como vector de conducción de conductas hacia el espacio político de la derecha. Así debimos someternos a su permanente bombardeo. Primero, fue la crisis económica internacional y la posibilidad de que la contracción de la economía determine el desempleo, la ausencia de recursos económicos y una caída exponencial en la capacidad económica de la sociedad. Segundo, la inseguridad, donde cada delito era repetido ad nauseam con el correspondiente comentario editorial de los fascistoides de la oportunidad sumados a los de siempre[15]. Tercero, la epidemia del dengue, que parecía que extinguiría a todos los argentinos ante la inacción del gobierno. Luego, el miedo al fraude eleccionario, y dale que van… Actualmente podemos observarlo en el, cuando menos irresponsable, tratamiento de la gripe A H1N1. Para el monopolio mediático, en todos los casos, los males que causan e infunden temor o son provocados por el gobierno nacional o éste tiene toda la responsabilidad por no impedirlos, sin importar lo que haga. Recientemente la Federación de Psicólogos de la República Argentina, a quien a nadie se le ocurriría calificar de oficialista, cuestionó lo excesos mediáticos que: “han generado verdaderas epidemias de pánico, que lejos de favorecer la movilización social resolutiva, crean una profunda incapacidad psicológica para el afrontamiento eficaz y solidario de la epidemia viral, pudiendo igualmente aumentar la ansiedad de grupos vulnerables en lugar de disminuirla.[16]” Con estos antecedentes y los resultados del 28-J nada hace prever que cedan las operaciones para forzar al pueblo argentino a una opción conservadora para el año 2011. En nuestro país, las mencionadas operaciones cuentan con un blanco perfecto, integrado por la clase media, que constituye, sin lugar a dudas, la mayoría de la población argentina, caracterizada centralmente por un comportamiento de miedo a perder lo que tienen, especialmente destacado en quienes han accedido a esa situación con esfuerzo personal y familiar importante[17]. Hace más de cuarenta años, Hernández Arregui nos decía: “La propaganda del imperialismo apunta particularmente a aquellas clases sociales que temen el cambio. La clase media es uno de sus objetivos centrales…ofrece desigualdades de composición, asimetrías de nivel y diversidades ideológicas en sus diversos componentes lo que se expresa en una forma de individualismo y en cierta resistencia a la solidaridad social organizada…es muy sugestionable y fácilmente orientable bajo la exaltación de la moral, la necesidad de restaurar el orden, la familia, la religión, la propiedad”[18]. Por todo ello, la agitación al miedo, al Chavismo y la venezualización del país le resulta tan eficiente al monopolio que deberemos tolerarlo en importantes cantidades a futuro.

Cómo enfrentarlo
El gran historiador latino[19] del siglo I a. C., Tito Livio, decía que el terror a lo ignorado es mayor[20]. Se teme a lo que se desconoce. Según el psicólogo Edward Glover, quien enseñó al pueblo inglés a defenderse de las operaciones psicológicas llevadas adelante por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, se debe, en primer lugar, afrontar con honestidad y sin disimulo las causas reales de inquietud y, en segundo lugar, definir y controlar esas alarmas, sospechas y supersticiones irreales que tienden a debilitar y quebrantar la firmeza de propósitos de un pueblo en el curso de una crisis. Como desde que nacen los seres humanos son sensibles al ruido y desarrollan toda clase de temores ante él, taponar los oídos es una precaución acertada contra el ruido pues lo atenúa hasta un nivel razonable. Los primeros auxilios son simples y para su efectividad sólo se requiere sentido común, simpatía y tacto[21]. Por una parte, adecuándolo a la actualidad, deberemos abstenernos de consumir la contaminada mercancía producida por el monopolio mediático. Por otra parte, las cátedras de guerra psicológica enseñan que lo mejor para luchar contra el rumor es eliminar las causas básicas proporcionando toda la información útil y comprensiva que sea posible, elevar la moral para suavizar las tensiones producidas por la crisis, educar al pueblo a controlar sus temores y, por último, desacreditar el rumor en el momento en que se produce proporcionando información actual[22]. En la profilaxis del miedo es imperativo promover el conocimiento de la verdad de los hechos para cohesionar al pueblo sobre la base de un proyecto común. Para ello, resulta fundamental contar con una democracia de medios que permita la expresión de todos los sectores nacionales que pretenden una sociedad políticamente soberana, económicamente libre y socialmente justa. A ese efecto no se debe claudicar en el apoyo y demanda de la presentación en el congreso del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual[23] que permitirá combatir, si no con éxito, al menos con posibilidades de él, al embate de la operación pánico diestro.

[1] Bertold Bretch.
[2] Nemo sine aliqua factura sanitatis expavit.
[3] Se trata propiamente de operaciones psicológicas (los reglamentos militares norteamericanos las denominan psy-op por psychological operation), sin embargo lo denominaremos así en atención a que el nombre “guerra psicológica” ha tomado carta de naturaleza y se utiliza en la mayoría de libros y artículos que se escriben en el mundo sobre la especialidad.
[4] Ramon Carillo: La Guerra Psicológica. Versión taquigráfica tomada por la Subsecretaría de Informaciones de la Nación (hoy SIDE) durante el curso de tres clases sobre guerra psicológica (conocimiento y utilización de la psicología como arma de guerra) brindado en 1950 por el ministro Prof. a los jefes y ofi­ciales de la Escuela de Altos Estudios.
[5] Al que nos referimos en un trabajo anterior. “Medios masivos de comunicación y poder”. Ver en http://www.sosperiodista.com.ar/El-Pais/Medios-masivos-de-comunicacion-y-poder.
[6] Salbuchi Adrian: El cerebro del mundo. Pág 57.
[7] Ramon Carillo: La Guerra Psicológica. Versión taquigráfica tomada por la Subsecretaría de Informaciones de la Nación (hoy SIDE) durante el curso de tres clases sobre guerra psicológica (conocimiento y utilización de la psicología como arma de guerra) brindado en 1950 por el ministro Prof. a los jefes y ofi­ciales de la Escuela de Altos Estudios.
[8] Edward Glover: Psicología del Miedo y del Coraje. Ed. La Pleyade. Pág. 53.
[9] Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Corominas Pascual. Ed. Gredos s.v.
[10] Como decía E. S. Discépolo: “Quien no tiene razón, casi nunca firma (...) ni responsabilidad, ni razón ni valentía”.
[11] Edward Glover: Psicología del Miedo y del Coraje. Ed. La Pleyade.
[12] Un artículo publicado el pasado 8 de diciembre en uno de los más importantes e influyentes voceros del Nuevo Orden Mundial, el matutino londinense The Financial Times, cuyo título lo dice todo: “Ahora vamos por el gobierno mundial” (en el original en inglés, “And now for World Government”), que pretende exponer la necesidad de que exista cooperación entre las naciones para abordar determinados problemas mundiales, y que ello debe hacerse a través de instituciones con características similares a las de un Estado planetario, avalado por un cuerpo de leyes también mundiales. Se toma como antecedente principal y cercano a la Unión Europea, que hoy reúne a 27 Estados nacionales bajo un conjunto de instituciones en común: moneda, leyes, reglamentaciones, fuerzas armadas, corte suprema, y otras.Las razones esgrimidas por el redactor del Financial Times, Gideon Rachman, se centran sobre tres ejes de problemas globales que exigen soluciones globales, a saber: (1) la Crisis Financiera Global, (2) el Calentamiento Global y (3) el “Terrorismo Global”. Adrian Salbuchi en http://www.asalbuchi.com.ar/
[13] Enrique Lacolla. El ariete del Miedo. www.enriquelacolla.com
[14] La derrota del kirchnerismo: la naturaleza del escorpión.
[15] Dentro de las formas de comunicación empleadas en las operaciones psicológicas, encontramos el slogan, que consiste en una frase corta que debe ser muy expresiva, pues su fin es remover o hacer surgir determinadas emociones o deseos, tales como la ira, el odio, etc., estimulando una respuesta tipo acción de masa. “El que mata tiene que morir” repitieron hasta el cansancio los medios a partir de la ¿creación? por parte de la diva televisiva. La respuesta no demoró mucho. A los pocos días un incalificable intendente de la provincia de Buenos Aires pretendió dividir dos localidades con un patético muro para dividir a los pobres –a quienes se acusa de ser la causa de la inseguridad– de los ricos. Unos días más y un grupo de vecinos alienados atacaron al Fiscal del distrito que se acercó al lugar de comisión de un homicidio. A ello le siguió la formación de manifestaciones “espontáneas” en contra del gobierno y en reclamo por la inseguridad. A la hora de realizar una lectura crítica de estos hechos, es interesante tener en cuenta las enseñanzas de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (C.I.A.) en la materia. Los manuales de golpe de estado enseñan que la creación de la apariencia de inestabilidad desestabiliza a los gobiernos y para ello se llevan adelante acciones para fomentar “manifestaciones espontáneas de descontento”. Para comprenderlo, es necesario observar a quienes participan de las marchas y se observará que existe siempre un mismo núcleo de personas que participan de la ella y que son quienes dirigen y organizan las supuestas “manifestaciones espontáneas”.
[16] Diario Comercio y Justicia. Contratapa del día 14 de julio de 2009.
[17] Enrique Martínez. El desafío. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3953-2009-07-17.html

[18] Hernandez Arregui. Imperialismo y cultura.
[19] Nació en Patavium, se lo conoce por su obra sobre la historia romana “Ad Urbe condita”.
[20] Maior ignotarum rerum est terror.
[21] Edward Glover: Psicología del Miedo y del Coraje. Ed. La Pleyade. Pág. 84.
[22] Frade Francisco Merino: La Guerra Psicológica. Ed. Pleamar. Pág. 105.
[23] Dicho proyecto fue recientemente apoyado por el alto funcionario de las Naciones Unidas para la Libertad de Expresión guatemalteco Frank La Rué, lo que demuestra a las claras las falsas denuncias del monopolio en contra del proyecto de ley.

1 comentario:

  1. Gran, gran, gran posteo.
    Te agradezco que me dejaras el link en mi blog.
    Un gusto haber llegado al tuyo.
    Te sigo.

    Saludos.

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